PRESENTACIÓN REVISTA DU&P DU&P está incluida en: • DOAJ, Directory of Open Access Journals. CONSEJO EDITOR Directores y Editores Responsables COMITÉ EDITORIAL N° 47: Metodologías Otras Walter Imilan Paula Hernández Consuelo Sánchez Manuel Corvalán COMITÉ EDITORIAL REVISTA DU&P DISEÑO GRÁFICO: Sebastián Chandía. CONTACTO REVISTA
INTRODUCCIÓN ¿Por qué metodologías otras? Walter Imilan Paula Hernández Consuelo Sánchez Manuel Corvalán Este número especial busca publicar trabajos que plantean otros enfoques para repensar el acto mismo de investigar, y junto con ello, expandan las herramientas para la investigación territorial. Las metodologías dominantes, arraigadas en el pensamiento positivista y racionalista, establecen una relación jerárquica y unidireccional entre el investigador y lo investigado. Herederas de la ciencia moderna, conciben al sujeto como un observador neutral que se distancia de su objeto, reduciendo experiencias complejas a datos cuantificables y replicables (Merchant, 1990; Grosfoguel, 2007). En este marco, “recoger datos” implica acceder a un mundo externo mediante procedimientos estandarizados, como si la realidad pudiera ser capturada ignorando sus mediaciones. Frente a esto, autores como Arturo Escobar (2016) proponen entender la investigación como un espacio de encuentro, donde el conocimiento no se extrae, sino que emerge de interacciones entre humanos, no humanos y territorios. Tim Ingold (2011), por su parte, lo describe como un “hacer con” el mundo: un proceso de correspondencia activa con materiales, entornos y participantes. La lógica instrumental del positivismo no solo separa sujeto y objeto, sino que también invisibiliza saberes que resisten la medición: la intuición, la afectividad, la experiencia encarnada y los conocimientos situados (Murdoch, 2006; Escobar, 2014). Cada vez resulta más evidente que estos métodos son insuficientes para abordar los múltiples saberes que surgen de cómo las comunidades habitan y responden a sus entornos -humanos y más que humanos. A diferencia de los protocolos estandarizados, las metodologías otras exigen presencia corporal, sensibilidad ante lo imprevisto y disposición a aprender mediante el error. Conceptos clásicos como topofilia (Tuan, 1974) -el vínculo afectivo con los lugares- o Genius Loci (Norberg-Schulz, 1980)-el espíritu único de un territorio- subrayan la importancia de habitar lo que se estudia, lejos de la mirada distante del investigador tradicional. Esta crítica se ha enriquecido con perspectivas que cuestionan los dualismos cartesianos (mente-cuerpo, cultura-naturaleza) y abogan por una comprensión relacional de la realidad. Donna Haraway (1988), con su noción de “objetividad parcial”, y Silvia Rivera Cusicanqui (2015), con su denuncia al colonialismo en la producción de conocimiento, enfatizan que el saber está siempre situado: mediado por cuerpos, emociones y relaciones de poder. Investigar desde este enfoque demanda metodologías colaborativas y sensibles, capaces de evitar dinámicas extractivistas incluso en marcos participativos como la investigación-acción. Las metodologías otras son experiencias que replantean la investigación como un proceso dialógico, sin perder de vista -como advierten Cooke y Kothari (2001)- la necesidad de reflexionar críticamente sobre el poder. De lo contrario, se reproducen las mismas jerarquías que se pretenden desafiar. Esta apertura ha impulsado metodologías basadas en artes (arts-based research), válidas para explorar fenómenos complejos, efímeros o afectivos (Law, 2004). Prácticas como la etnografía sensorial (Pink, 2009), la investigación-creación (Nelson, 2013) o estrategias visuales y performativas reconocen que el conocimiento trasciende lo textual: emerge de lo visual, lo sonoro o lo corporal. Video-diarios, cartografías afectivas o enfoques desde la movilidad (Merriman, 2014) y geografías no representacionales (Vannini, 2015) han ampliado las formas de capturar experiencias territoriales. Las metodologías no son neutras ni separables de la teoría. En la ciencia normal, los métodos se subordinan a categorías preestablecidas; en cambio, las metodologías otras permiten que emerjan saberes con sus propias lógicas. La innovación que sugiere lo anterior, no obstante, no está exenta de tensiones al interior de la academia. Como señala Rivera Cusicanqui (2015), las instituciones académicas suelen marginar conocimientos que no se ajustan a estándares eurocéntricos. Así, las metodologías creativas son gestos políticos: desobedecen epistemologías dominantes y validan saberes comunitarios, intuitivos o no verbales. El giro hacia lo relacional reivindica lo artesanal en la investigación, pero enfrenta un desafío paradójico: el avance de la inteligencia artificial. Mientras lo artesanal valora la lentitud, la improvisación y la copresencia, la IA promete acelerar procesos, homogeneizar datos y minimizar la intervención humana. ¿Cómo preservar el conocimiento situado en un mundo donde algoritmos analizan miles de entrevistas en segundos? Las metodologías otras no son resistencia per se a la IA, pero sí un espacio para prácticas que priorizan el encuentro transformador frente al productivismo académico impulsado por las tecnologías. Además, este número incluye las secciones ACTUALIDAD CEAUP y RESEÑA DE PUBLICACIONES.
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